lunes, 29 de agosto de 2011

Valerie - Amy Winehouse


Iba a  escribir sobre lo difícil que es levantarse cada mañana. Sobre el frío, la garúa y el puto color gris que enmarca esta ciudad. Sobre el tráfico, los días de descanso en que no se descansa y el agua helada. Porque esta mañana desperté con ganas de no levantarme de la cama, desperté antes que mi despertador lo haga por mí. Fueron 5 minutos en los que masticaba maldiciones y pensaba en escribir un post oscuro que me sirviera de catarsis. Hacía tiempo que no posteaba nada y era consciente de que esa no sería la forma más feliz de volver a hacerlo. Pero lo necesitaba.

Hasta que mi televisor se encendió, porque siempre lo programo para que lo haga a esa terrible hora y una serie de fotografías en blanco y negro empezaron a pasar por la pantalla. La voz que acompañaba esas imágenes era inconfundible: Amy Winehouse. La escena tenía todas las características de los clásicos homenajes que se le hace a los artistas fallecidos: la música, la cadencia del paso de las fotografías, el aire nostálgico, evocador. 

De pronto, una voz en off anunció la presencia de alguien en el escenario y un cambio notorio se produjo, en la pantalla, en mi ánimo.

Ahí estaba, en un escenario lleno de color, el cantante Bruno Mars junto a una banda, interpretando una de las canciones más festivas que la Winehouse cantó. Todo era energía, movimiento y era imposible no contagiarse de tanto ritmo, no tararear la canción y no recordar. Sin dolor, con alegría por lo que dejó, simplemente pensar en ella.

Tal vez esa es la mejor forma de recordar a la gente que se fue. O tal vez sea la manera como ellos hubieran querido que lo hagamos, como ellos nos hubieran querido ver a nosotros. Suficiente es estar muerto para tener que cargar con el peso de causar dolor a los demás. Digo, si hay algo más después de esto, no quiero estar viendo desde ahí a todos los que me conocieron con una pena constante. Prefiero que se acuerden de las cosas buenas que hice (si es que las hice), de los buenos momentos juntos. Y sonrían y bailen y canten. 

No voy a decir que gracias a eso mi día ha sido mejor. Pero al menos pude enfrentarlo con una sonrisa, tarareando algo de buena música. Y recordando a Amy Winehouse, a poco más de un mes de su muerte.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Who wants to live forever - Queen

Cada  vez que regreso a los ochentas me reencuentro con un recuerdo agradable que creía perdido. Recuerdo cuando mi padre me llevó al cine Pacifico a ver Volver al Futuro y las nikies blancas que usaba Michael J. Fox intentando escapar de Biff, creo que es uno de mis primeros recuerdos del cine, ese que tenía un mezzanine ahora tan lejano como aquellos momentos. Me acuerdo del peinado con el cerquillo gigantesco y laqueado que usaban algunas chicas o el pelo engominado.Y recuerdo también una película que me sorprendió por su estética y por su banda sonora: Los Inmortales (Highlander).

Este fin de semana la volví a ver nuevamente después de muchos años, sin que dejara de sorprenderme ese ambiente sombrío, nebuloso, urbano y metálico del film contrastado con los luminosos días de su protagonista Connor Mcleod (Christopher Lambert) en las alturas de Escocía. Si no la han visto, no esperen más, véanla. 


Como muchas cosas de esa época, algunos les parece buena y a otras mala, no es una película para la crítica, es una película de culto. Christopher Lambert es un actor extraño que pasa del cine B a películas con superpresupuestos sin que se le mueva un pelo. Los efectos especiales innovadores para la época  hacen recordar a los del Polstergeist. Y la presencia de Sean Connery como Juan Sanchez Villalobos Ramirez, cuya presencia le da prestancia a cualquier película; y especialmente cuando en su perfecto inglés le dice a Connor de manera fatal y premonitoria que al final solo quedara uno.

Pero si todo eso no les llega a convencer, la voz de Freddie Mercury y Queen, que lanzó su disco Kind of Magic para la banda sonora de esta película,  la hace indispensable...Who wants to live forever.