Iba a escribir sobre lo difícil que es levantarse cada mañana. Sobre el frío, la garúa y el puto color gris que enmarca esta ciudad. Sobre el tráfico, los días de descanso en que no se descansa y el agua helada. Porque esta mañana desperté con ganas de no levantarme de la cama, desperté antes que mi despertador lo haga por mí. Fueron 5 minutos en los que masticaba maldiciones y pensaba en escribir un post oscuro que me sirviera de catarsis. Hacía tiempo que no posteaba nada y era consciente de que esa no sería la forma más feliz de volver a hacerlo. Pero lo necesitaba.
Hasta que mi televisor se encendió, porque siempre lo programo para que lo haga a esa terrible hora y una serie de fotografías en blanco y negro empezaron a pasar por la pantalla. La voz que acompañaba esas imágenes era inconfundible: Amy Winehouse. La escena tenía todas las características de los clásicos homenajes que se le hace a los artistas fallecidos: la música, la cadencia del paso de las fotografías, el aire nostálgico, evocador.
De pronto, una voz en off anunció la presencia de alguien en el escenario y un cambio notorio se produjo, en la pantalla, en mi ánimo.
Ahí estaba, en un escenario lleno de color, el cantante Bruno Mars junto a una banda, interpretando una de las canciones más festivas que la Winehouse cantó. Todo era energía, movimiento y era imposible no contagiarse de tanto ritmo, no tararear la canción y no recordar. Sin dolor, con alegría por lo que dejó, simplemente pensar en ella.
Tal vez esa es la mejor forma de recordar a la gente que se fue. O tal vez sea la manera como ellos hubieran querido que lo hagamos, como ellos nos hubieran querido ver a nosotros. Suficiente es estar muerto para tener que cargar con el peso de causar dolor a los demás. Digo, si hay algo más después de esto, no quiero estar viendo desde ahí a todos los que me conocieron con una pena constante. Prefiero que se acuerden de las cosas buenas que hice (si es que las hice), de los buenos momentos juntos. Y sonrían y bailen y canten.
No voy a decir que gracias a eso mi día ha sido mejor. Pero al menos pude enfrentarlo con una sonrisa, tarareando algo de buena música. Y recordando a Amy Winehouse, a poco más de un mes de su muerte.