Este fin de semana la volví a ver nuevamente después de muchos años, sin que dejara de sorprenderme ese ambiente sombrío, nebuloso, urbano y metálico del film contrastado con los luminosos días de su protagonista Connor Mcleod (Christopher Lambert) en las alturas de Escocía. Si no la han visto, no esperen más, véanla.
Como muchas cosas de esa época, algunos les parece buena y a otras mala, no es una película para la crítica, es una película de culto. Christopher Lambert es un actor extraño que pasa del cine B a películas con superpresupuestos sin que se le mueva un pelo. Los efectos especiales innovadores para la época hacen recordar a los del Polstergeist. Y la presencia de Sean Connery como Juan Sanchez Villalobos Ramirez, cuya presencia le da prestancia a cualquier película; y especialmente cuando en su perfecto inglés le dice a Connor de manera fatal y premonitoria que al final solo quedara uno.
Como muchas cosas de esa época, algunos les parece buena y a otras mala, no es una película para la crítica, es una película de culto. Christopher Lambert es un actor extraño que pasa del cine B a películas con superpresupuestos sin que se le mueva un pelo. Los efectos especiales innovadores para la época hacen recordar a los del Polstergeist. Y la presencia de Sean Connery como Juan Sanchez Villalobos Ramirez, cuya presencia le da prestancia a cualquier película; y especialmente cuando en su perfecto inglés le dice a Connor de manera fatal y premonitoria que al final solo quedara uno.
Pero si todo eso no les llega a convencer, la voz de Freddie Mercury y Queen, que lanzó su disco Kind of Magic para la banda sonora de esta película, la hace indispensable...Who wants to live forever.
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