domingo, 31 de julio de 2011

Armistice - Phoenix

No son estas las mañanas que voy a extrañar, tampoco estas sensaciones raras, desesperantes. Extrañaré todos esos días sin restricciones, sin límites de tiempo, esos días en los que podía salir por la puerta y caminar, o subir a un auto y llegar a tu puerta, y encontrarte.
Pero los días son así, mejor dicho, la vida es así y ahí vamos, adaptándonos a sus cambios, a las rutinas que dejan de serlo, a las cosas mejores que vienen, a los sacrificios obligados, a las concesiones.
Porque al final de todo, lo importante es casualmente eso, lo que no cambia, eso que sigue ahí estemos donde estemos, eso que nos mantiene cada vez más unidos, soñando. Eso que basta sentirlo para estar bien, para recordar que hay cosas que de verdad valen la pena. Eso que nos hace soñar, hacer planes, ver más allá de lo que tenemos cerca. Eso es lo que importa, por eso hay que seguir peleando.
Para que pronto acaben estas mañanas, las despedidas por el ojo de buey, los adioses por la ventana, el frío de la noche, las llamadas de buenas noches. Y llegue todo eso de lo que hablamos, y ya no tenga que escuchar tu voz luego de un bip. Y pueda levantar la mirada y estés ahí, siempre.

domingo, 10 de julio de 2011

Vida Sencilla - Facundo Cabral

Con él se van muchos recuerdos. De tardes tranquilas, de viajes que inspiraban, de los que salíamos, de alguna manera, renovados.
Lo descubrí como llega a mi vida lo mejor que siempre sucede en ella: de casualidad, sin esperarlo.
Pero, como todo lo que luego pasa a ser inolvidable, él fue más allá. Se hizo parte de muchos de mis mejores recuerdos y recordarlo es asociarlo a personas a las que quiero, a las que siempre llevo conmigo.
Tengo mucho que agradecerle, a su voz intensa, a sus canciones, a sus monólogos que me hacían ver las cosas de una manera distinta, mejor.
Hoy ya no está. Dicen que se fue de casualidad, que las balas que lo mataron no eran para él, que se iba al aeropuerto en un autobús y cuando lo esperaba, en el vestíbulo del hotel, un empresario se ofreció a llevarlo en su auto. Lo demás ya es historia.
Ahora no queda más que recordarlo, extrañarlo, como a una de esas personas a las que nuca conocemos personalmente pero las consideramos nuestros amigos, nuestros hermanos.
Por eso, a manera de infinito agradecimiento va para usted este texto, Facundo, el que no era de aquí ni de allá, el que ahora es de todos.