lunes, 28 de febrero de 2011

No Sopor - Joaquín Sabina

Hace unos días me percaté de mi intolerancia a ciertos temas musicales. Así como hay gente que es intolerante a la lactosa, por ejemplo, yo lo soy a ciertas canciones. No a géneros, nunca he sido tan amplio en mis odios, en ese aspecto me conformo con poco. Pero de alguna manera, lo que antes simplemente se podía solucionar con una mueca de disgusto o una mentada de madre al aire que respiro por la mala suerte de cruzarme con cierta canción, ahora se ha convertido en un total rechazo que puede llegar a cambiar mi humor radicalmente durante varias horas o a generar en mí inoportunos malestares gástricos.
Será que con el tiempo empiezo a hacerme más preguntas que antes y a encontrar, en la mayoría de los casos, inoportunas respuestas. Y será que cuando no las encuentro, cuando algo no tiene explicación posible, me causa cierta angustia que no puedo controlar.
Cuando no entiendo cómo alguien puede haber podido componer tal canción, o cómo puede haber creado la letra de tal otra es que empiezan mis malestares. Son momentos en los que de pronto desearía convertirme en el más déspota de los seres y tener el poder de decidir qué se puede escuchar y qué no. Son aspectos que no hablan muy bien de mi, lo se, pero en mi defensa diré que me declaro una simple víctima de las circunstancias.
Tengo que conseguir pronto un reproductor de mp3 y unos buenos audífonos. Para escuchar canciones como esta, por ejemplo, que es de esas que tiene un efecto totalmente contrario a todo lo anteriormente descrito. Aunque para ti tal vez sea una buena mierda.

No hay comentarios: