jueves, 28 de abril de 2011

Hells Bells - AC DC

Llego caminando al punto donde todo empieza. Desde hace unos meses elegí para eso un tacho de basura. De esos verdes que ponen las municipalidades en algunas esquinas. Es ahí donde me dispongo a dejar de caminar, Sé que, a partir de ese momento, todo será un esfuerzo constante, suave y moderado al principio, exigente y casi despiadado al final. Antes sólo echaba a correr, ahora también pongo play en el iPod. Así es el principio de todo.
El eco de mis pisadas acompaña el ritmo de las canciones. Por primera vez en muchos años corro escuchando música. Al principio cuesta acostumbrarse, antes mis únicas compañias auditivas eran el ruido de los autos, mi respiración acelerada, los golpes de las suelas de mis zapatillas contra el piso. Ahora, con el volumen bien alto, debo concentrarme el doble para no perder el ritmo de mis inhalaciones y exhalaciones, para que todo el esfuerzo no se descalabre por manejar mal mis energías.
Con el paso del tiempo he ido aprendiendo que eso de salir a correr es casi una ciencia exacta. Que hay variables que siempre debo tener en cuenta, la ropa, las zapatillas, el clima, el tiempo que ha pasado desde mi última comida. En un principio el amanecer era el escenario perfecto: poca contaminación, pocos autos, poca bulla. Ahora suele ser al medio día, siempre antes de almorzar.
La música se ha vuelto una buena compañía para este ejercicio, suelo elegir canciones enérgicas, motivadoras, de esas que cuando ya el aire empieza a escasear me ayudan a demostrar que siempre queda un poco más para poder llegar a la meta.
Y ahí están, el corazón y las pisadas marcando el ritmo, como campanas del infierno. No hay nada más, el resto es puro sudor y esfuerzo. 

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