Pueden haber pasado muchos años y el grupo puede no existir más, pero hay canciones que siempre serán cantadas como himnos. A voz en cuello, con el estómago, como lo hace Jorge González en ese antiguo video que veía cuando era muy chico y lo pasaban por la tele. Son canciones que no se quedan en un momento del tiempo, que hablan de desamor, de no saber amar, de esos temas universales que tanto duelen pero que parecemos disfrutar. De todo eso que alguna vez nos ha herido y no supimos controlar. O no hemos sabido hacerlo. Luego, con el tiempo, se mira atrás con algo de incredulidad. Lo que no se podía entender queda, con el tiempo, muy claro. Lo que nos llevó a estados de fuerte depresión es ahora una de las mejores cosas que nos pudieron pasar. Pero eso, en el momento, no lo sabemos. En el momento solo pedimos explicaciones, nos obstinamos en pensar que no hay nada después y jamás nos planteamos que puede ser lo mejor que nos esté pasando. Mientras tanto la gente seguirá coreando canciones como esta, canciones que parecen salir de viejas heridas, de cicatrices que ya hemos olvidado. Esas canciones desgarradoras, las que parecen haber sido escritas con sangre, esas son las mejores.
Desde hace mucho tiempo el ser humano ha sentido fascinación por los vampiros, estos rastreros chupasangres han sido representados de diferentes maneras a lo largo de la historia. A veces románticos, muchas veces seductores, otras abyectos y deformes, otras como especie de zombies, algunas veces locos, otras atormentados, y hasta divertidos.
En True Blood, una serie de HBO que va por su tercera temporada, los vampiros, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los casos, interactuan con los humanos y tratan de integrarse a una sociedad en la que son discriminados, criminalizados, y en la exhiben sus filias, fobias, complejos, anhelos y muchos excesos.
Son vampiros con una sexualidad y sensualidad a flor de piel, que habitan un ambiente cálido y húmedo y que caminan entre los sembrios de la mano de gente signada por un pasado de esclavitud, magia negra, complejos y pequeñas prendas, como las que usa una extraordinaria Anna Paquin en su papel protagónico y seductor.
Les dejo este blues, que abre las puertas de este fascinante universo.
Este post es una colaboración de Claudia Risco y no será la última. ¡Bienvenida!
Hoy tengo ganas de sentirme un chico, de rascarme los huevos mientras bebo cerveza y le grito al árbitro lo vendido que es.Hoy tengo ganas de sentirme un chico y poder romper corazones sin contraindicaciones porque soy un muchacho y está bien hacerlo de vez en cuando. Hoy tengo ganas de sentirme un chico y caminar de madrugada por las calles sin que me preocupe si algúncamionero me levanta. Hoy tengo ganas de sentirme un chico y dejar que los vellos determinen cuán varonil soy. Hoy tengo ganas de sentirme un chico y ser práctico. Hoy tengo ganas de sentirme un chico porque los únicos problemas que me alterarían son los de aritmética. Hoy tengo ganas de sentirme un chico por muchas razones pero sobretodo porque los chicos...los chicos no lloran.
Maldita mañana que ya terminas. Maldito lunes, maldita semana que recién empieza y que ya quiero que acabe. ¿Puede ser viernes por la noche? Ya no quiero estar acá. Maldito atolondramiento de lunes por la mañana, que prácticamente empieza la noche anterior, cuando me olvido de configurar el despertador y lo dejo con la hora del fin de semana ocasionando que me levante tarde. El tiempo pasa demasiado rápido y no me da un puto respiro, a pesar de que tomo cierta marca de café que, mentira, no congela el tiempo. No, no hay lugar para una buena conversación, el periódico repite lo que ya sabía, que la cosa está jodida, que siempre hay lugar para la desesperanza. Se va haciendo tarde y me olvido de las cosas, ya no se qué llevo en la mano ni en la mochila, ya no sé qué olvidé llevar, qué dejé. El taxi hace demasiadas paradas, a veces los semáforos parecen ponerse de acuerdo y turnarse, uno a uno, la luz roja. El tráfico se hace insoportable y me confunde. Ella olvida despedirse con un beso en los labios y me da la mejilla, la pequeña burbuja que significó estar a su lado se rompe al verla bajar del taxi, de nuevo a enfrentarme al sol, a lo peor de un tráfico que parece apretarse como un nudo. Hasta que esa canción empieza a sonar. Tratando de aislarme, de hacerme olvidar de todo lo que hay, de lo que viene. De pronto el calor cobra un sentido distinto, encuentra justificación. Y recuerdo que en unos días no veré esos autos, no respiraré tanto humo, tendré al frente el mar para combatir al sol. Y se que ya no tendremos que irnos a ningún lado, que sólo será una semana pero que no voy a querer que acabe nunca. Mientras, a mi lado las bocinas siguen sonando, los choferes siguen sudando y yo, simplemente, subo el volumen y cierro los ojos, mientras la última frase de la canción queda retumbando en mi cabeza, como una reconfortante promesa futura..."por el sexo, en la playa".
El Hip Hop nunca ha estado entre mis géneros musicales favoritos. Tal vez por la poca difusión que tiene por estos lares o tal vez porque, como una expresión cultural con bastante arraigo estadounidense, siempre la he visto un tanto lejana, ajena. A pesar de esto es inevitable conocer a muchos de sus principales exponentes, tanto los antiguos como los nuevos. Es inevitable también reconocer la mayoría de sus videos, en el que los cantantes aparecen casi siempre ostentando decenas de gruesas cadenas de oro y rodeados de mujeres voluptuosas con escasa ropa, ya sea a bordo de un yate o de una limusina. Esta imagen que tenemos ahora de ellos más que acercarse a la realidad, es un estereotipo. El Hip Hop en sus inicios fue la manifestación de un sentimiento de expresión urbana que se reflejó en diversos campos artísticos, no sólo en la música. Hasta ahora hay muchos artistas que conservan la esencia de este género. Como ellos, hay también artistas nuevos que han logrado darle un nuevo aire al Hip Hop, tocando temas nuevos en sus letras y fusionando la música con otros géneros. Entre estos artistas está Kanye West, uno de los compositores y cantantes más exitosos de este género en la actualidad, que ha logrado vender millones de discos. De él es esta canción, Gold Digger, en la que habla de mujeres que sólo están interesadas en el dinero de los hombres, de hombres que gastan fortunas ellas, de frivolidad, de la falta de escrúpulos para pedir y pedir. En el video, que les recomiendo vean, participa también el actor Jamie Foxx. Lo único que espero es que esta canción no tengan que dedicársela alguna vez a alguien.
A mi me comenzó a gustar la salsa desde que era adolescente, alrededor de los quince años y gracias a un grupo de amigos y hermanos, dos de ellos ahora a la distancia, que me enseñaron ese dichoso gusto por la salsa, el fútbol, por reírse de uno mismo y especialmente por esas pequeñas cosas que te hacen sentir complicidad, confianza, respeto y admiración entre un grupo de patas.
Hasta ese momento para mi la salsa era algo que escuchaba en el carro rumbo al colegio o en las fiestas de algún tío, un tipo de música a la que nunca le presté mucha atención, pero para estos amigos míos era un ritmo excluyente. Esa devoción por la salsa despertó mi curiosidad y luego de escuchar varios discos de la Fania, Hector Lavoé, Cheo Feliciano, Celia Cruz, Maelo Rivera, Richie Ray, Bobby Cruz, el Gran Combo, La Sonora Ponceña (me reservo a los cubanos para después) y más recientemente la Spanish Harlem Orchestra, Victor Manuelle y especialmente a Ruben Blades, no pude mas que quedar rendido.
Y es que la salsa te genera adicción, porque, y no es un secreto, no solo es música. La salsa es juerga pero con un paso elegante, es barrio, es palomillada, es tomar de un solo vaso, es descarga en el barrio (pero para eso hace falta otro posteo), es estar limpiecito después de la pichanga para irse al tono, son demasiadas cosas, de esas de las que guardo los mejores recuerdos y añoro.
Pero la salsa es también compromiso social y sino me creen escuchen cualquier disco de Ruben Blades, y si no se animan por un disco completo, por lo menos comiencen con esta canción que canta con otro grande, el Caballero de la Salsa, Gilberto Santarosa, Me cambiaron las preguntas.
Esto para Tito, Tavo y Juan, quienes me dieron muchas respuestas para preguntas que no me había imaginado.
Uno de los conciertos con menor asistencia a los que he asistido ha sido, irónicamente, el de uno de los mejores grupos que vino al Perú. Lejos de ser tan comercial y de prometer un concierto fastuoso lleno de luces y pirotecnia, Faith no more ofrecía buena música y el espectáculo que significa ver en vivo a Mike Patton, su histriónico y genial vocalista. Al parecer no fue suficiente. A pesar de ser, en todo sentido, una noche fría, las pocas personas que estuvimos ese día en el concierto, disfrutamos de un gran show en el que esta banda no defraudó, a pesar de su pobre convocatoria. Toda la energía que desplegaron y el impresionante registro de Patton, cuya voz puede ser cálida y, en cuestión de segundos, transformarse en un gruñido atemorizador, bastaron para que la ausencia de público no se haga notar. Es que Faith no more puede tener canciones llenas de rabia y energía y al mismo tiempo suaves baladas que no parecen ser interpretadas por el mismo grupo. Como una muestra de estas últimas, les dejo el cover que realizan de la canción Reunited del dúo Peaches & Herb. Esta canción era, por cierto, con la que abrían los conciertos durante esa gira.
El sábado 12 de Julio de 1986, la banda británica Queen realizó la primera de las dos presentaciones que llevaría a cabo en el antiguo estadio de Wembley, como parte de la gira Magic Tour. A principos de ese mismo año habían lanzado el exitoso disco "A Kind of magic" y esos conciertos representarían el momento cumbre de la gira, de la banda y sería también la última gira de Queen con Freddie Mercury como vocalista. Live at Wembley 86, como se le conoció posteriormente al concierto, fue uno de las presentaciones musicales en vivo más importantes de la historia. Con una banda consolidada, manteniendo su formación original durante15 años y con un vocalista en el mejor momento de su carrera, este concierto es una joya imperdible, cautivante y cada una de las canciones que se interpretaron esa tarde, pueden ser escuchadas de nuevo una y otra vez. Este año se cumplen también 15 años desde esa fecha y a pesar del tiempo transcurrido, es imposible no conmoverse al volver a ver a esa inmensa masa humana completamente rendida ante la majestuosidad escénica de un Mercury espléndido, haciendo delirar a cada uno de los asistentes con un movimiento de brazos o con un juego vocal. Toda la calidad musical e interpretativa de la banda puede apreciarse en cada canción, la mayoría de las cuales es cantada como si se tratase de un himno por un público entregado. Los conciertos de Wembley fueron mi primer acercamiento a este grupo, allá por el año 93, cuando Freddie Mercury llevaba apenas un par de años fallecido y Queen había vuelto a ser un grupo de moda. Luego de escuchar ese disco doble, casi un Greatest Hits en vivo de la banda, uno queda asombrado de su calidad vocal e interpretativa, en mi caso este asombro se convirtió en una admiración que dura hasta hoy.
La Doncella de Hierro (Iron Maiden) viene a Lima. Leí que el nombre de la banda venía de un objeto de tortura que Steve Harris, uno de sus fundadores, vio en una vieja versión de la película El hombre de la mascara de hierro. Imagínense esa escena medieval de castillos enmohecidos y en el sótano, una especie de ataúd de clavos oxidados usado para amedrentar a los rebeldes. Y si ahora parece macabro, para la época de finales de los setentas, pues esta muy bien. Cuando a aparece el heavy metal con un poco de satanismo y mucho ruido de guitarras a la gente le encantaba este dosis de transgresión, misticismo y un poco de burla (sino fíjense en el cachaciento diablillo de la portada del disco). Ahora un amigo me dice que cuando escucha a Iron Maiden puede levantar mas pesas, por toda la energía que le trasmite. No se si será cierto, pero lo si creo es que el misticismo de la Doncella de Hierro no se pierde nunca; siempre esta ahí, de una forma o de otra.
Les dejo el video de Run to the Hills, una canción de un album que muchos consideran la obra maestra de la banda The Number of the Beast, disfrútenla.
Antes de los mp3, los torrents, la internet y todas esas cosas que nos permiten en cuestión de segundos escuchar la música de cualquier país, continente o del grupo más desconocido que se nos ocurra, estaba la radio. La radio era el lugar donde uno escuchaba los éxitos del momento. Encontrar un tipo de música diferente era difícil pero no imposible, era necesario buscar en huecos subterráneos como el de Galerías Brasil o lugares parecidos.
En esa época, a finales de los ochentas aparece Roxette rompiendo esquemas con The Look, para luego consolidarse con edulcorados temas como Its must have been love y otros cuyo nombre he olvidado pero cuyas tonadas y parte de letras guardo gratamente en mi memoria.
Este posteo es un pequeño recuerdo a esas épocas y al grupo sueco que a pesar de tanta globalización de por medio aun me emociona escuchar de vez en cuando.
Hay lugares a donde puedes ir muchas veces y nunca serán iguales. Aunque conservarán esa esencia que te hace saber que estás en ellos, a pesar de cualquier cambio. El color de la tierra, el olor en el aire, ciertas sensaciones casi imperceptibles que sólo puede apreciar bien quien ha estado ahí antes. Hay lugares que los llevas siempre, que han forman parte de una historia, que son parecidos a una huella. Puedes volver a ellos muchas veces y siempre tener la sensación de regresar a una antigua casa, a un sitio familiar. De pronto esas fotos borrosas en las que eras un niño se vuelven realidad. Otra vez estás ahí, respirando ese aire que llenó tus pulmones mucho tiempo atrás. Logrando verte, como si se tratara de una vieja película, mirando ese mar, atravesando las calles, feliz de regresar con personas a las que quieres y poder mostrárselo, compartirlo. Ahora ese lugar te traerá nuevos recuerdos, ahora te recordará a ella, caminando contigo de la mano por la noche, enfrentándose al fuerte viento de las playas, asustada por lo arriesgado del camino, escondiéndose para tratar de sorprenderte, dormida, feliz, a tu lado. Y también te dejará la satisfacción de saber que tienes buenos amigos que, pese a los golpes recibidos, esperas que la hayan pasado tan bien como tú. En algún momento del viaje que hice este fin de semana, mientras miraba la carretera, esta canción pasó por mi cabeza, Scar Tissue de los red Hot Chili Peppers, parte del álbum Californication.
Hay canciones que tienen la propiedad de despertarte, de hacer mejor tu día. Cuando piensas que te vas a enfrentar al tedio de la rutina, a 8 horas más de aburrimiento diario, ahí están ellas, listas para salvarte. Es mucho mejor cuando llegan de casualidad, cuando andaban perdidas en tu iPod o en tu MP3 al cual programaste para que toque las canciones aleatoriamente y de pronto, de entre las cientos de canciones, empieza a sonar esa, que ni recordabas que tenías, pero que podría ser la mejor de todas. Eso me pasó hoy. Primero descubrí una gran canción que no dejo de escuchar gracias al post previo y luego me encontré con esta versión de una tremenda canción de uno de los genios más grandes de la música contemporánea: David Bowie. En esta versión es acompañado de un excelente grupo que si aún no han escuchado deben hacerlo inmediatamente: Arcade Fire. Provecho.
Escuché por primera vez esta canción en una escena de la película Dan in Real Life, protagonizada por Steve Carell y Juliette Binoche, en la que un conflictuado Carell intenta que la Binoche, que sale con su hermano en la ficción, se enamore de él aunque al mismo tiempo parece no desearlo. Pero más allá del conflicto, la canción me pareció precisa y directa para alguien que en pocas palabras intenta decirle a esa otra persona, que deje que su amor abra su corazón.
La versión original de la canción es de Pete Townshend, el excepcional guitarrista y compositor de The Who, pero como un pequeño homenaje a la banda sonora de la película, les dejó una versión que justamente hace el compositor de la banda sonora, el noruego Sondre Lerche. Mejor les dejo las dos versiones, a ver cual les gusta más.
Siempre alegra saber que uno de tus grupos favoritos ha lanzado un nuevo disco. Desde que empiezan a aparecer noticias, rumores: que se han juntado nuevamente, que están grabando en un estudio, hasta que anuncian un single y lo suben a su página web, una canción para descargar de manera gratuita, o graban el video que luego verás una y otra vez. Un nuevo disco es algo que a veces tienes que esperar muchos años hasta que al fin puedes escucharlo. Durante ese tiempo vas acumulando ganas, expectativas. En ocasiones, siempre nefastas, ese disco nunca llega a hacerse y te quedas con la mirada perdida, con el ánimo por los suelos. O la banda se disuelve. O el solista decide cambiar radicalmente sus preferencias musicales, o se entrega a la religión. O, simplemente, el nuevo disco es terriblemente malo. Hay bandas, por suerte, que con el paso del tiempo mantienen un nivel que no defraudan a quienes las seguimos. Muchos álbumes después conservan esa esencia que siempre nos gustó y aunque, como todos, tengan sus altibajos, escuchar un nuevo disco siempre será un placer. En mi caso Radiohead vendría a ser una de estas bandas. Desde que estaba en el colegio, cuando aún escuchábamos la música en cassettes, hace ya más tiempo del que quisiera aceptar, cada disco que han lanzado no me ha defraudado, llegando a puntos realmente altísimos como el tan elogiado Ok Computer. Su discografía completa es, sin lugar a dudas, altamente recomendable. Este año lanzaron "The King of Limbs" y esta canción es su primer single. Disfrútenla.
El fin de semana me fui a ver la exposición de trabajos de los alumnos de la facultad de arte de la Universidad Católica en su centro cultural. Y no dejó de sorprenderme como una muy grande cantidad de trabajos se denominaban "Sin título". En ese momento pensaba porque diablos no les ponían un nombre que me sirviera para entender mejor obras en su mayoría de naturaleza experimental o abstracta.
Debo reconocer que cuando pasaba por un trabajo que no solo tenia título sino ademas una explicación de lo que el artista quería manifestar, sentía una emoción ante una revelación que te permite entender algo que en realidad no es tan inaccesible.
Pero todo esto me hizo acordar a esta canción de Interpol, que se llama justamente "Sin título", un grupo al que me costo encontrarle el gusto, como a algunas obras de arte que a veces cuesta un poco apreciar al comienzo pero de las que después no podemos separarnos.
A veces siento que todo avanza demasiado rápido. Como estar sentado en una ventana y ver como todo afuera pasa acelerado, y de pronto las personas son mayores de lo que te acordabas, y ese niño que veías jugando es un adolescente. Y me pasa algo inverso a lo que recuerdo de la infancia, cuando quería ser mayor y apurar el tiempo, ahora quiero detenerlo demasiadas veces, ponerlo en pausa y quedarme más tiempo con esos momentos a los que antes no les daba tanta importancia, en los que te detienes en el rostro de alguien querido y que tal vez ya no veas por mucho tiempo más, o en esos momentos con los amigos, con aquellas personas que te hacen reír, o sentir ternura. O simplemente cuando caminas y sientes una brisa ligeramente fría en un día en el que el sol esta descendiendo lentamente, como esperando que lo veas. O en el mar, cuando cae una ligera lluvia de verano y sonrió mientras veo a alguien en la orilla que me conoce mejor que yo y que sé que siempre me esta esperando. O mientras escucho esta canción, de un grupo que parece pudiera controlar el tiempo.
Esperar es todo un arte. A veces las esperas son más largas de lo que originalmente se planearon. A veces los lugares donde se espera no son los mejores y esto hace más difícil el esperar. Para saber esperar hay que tener mucha paciencia, entender que lo que esperamos muchas veces no llega por factores muy ajenos a nosotros. Si se trata de una persona, no siempre es su culpa el hacernos esperar, por el contrario, ella quisiera ya estar ahí con nosotros, pero no puede, no depende de ella. Hay esperas que se hacen cortas, a pesar de que han sido muy largas. Y hay esperas con las que ocurre exactamente lo contrario. Depende mucho de cuánto queremos que la espera acabe, de las ganas que tenemos de ya tener al lado a alguien, a algo. Cuando uno espera siempre tiene que tener planes alternativos. Es mejor plantearse que la espera va a durar más de lo que esperamos, que las cosas no van a salir como las hemos planeado. Por supuesto, lo mejor de esperar, es cuando la espera acaba. Cuando llega el momento en que eso que esperamos llega a nosotros, cuando al fin vemos a la persona que esperamos. En mi caso, mis esperas siempre tienen la mejor de las recompensas. Cuando espero siempre viene a mi mente esta vieja canción y repito una y otra vez la frase "estoy tratando de decirte que, me desespero, de esperarte". Aunque no siempre lo diga, aunque no siempre me desespere. Simplemente es mi terapia para esperar.
No debes perder el tiempo. No debes dedicarlo a lo que no vale la pena. Si quieres demostrar algo, hay buenas formas para hacerlo. Formas más inteligentes, esas que a otros jamás se les ocurrirán. No ensucies tu página, no pierdas el tiempo. Escribe, mejor, sobre todo lo bueno que te está pasando. De los planes futuros, de las cosas que hay por hacer, de lo que aún tienes pendiente. Saliste del cieno, de ese lugar oscuro al que jamás debiste entrar, para encontrarte con un mundo nuevo, con personas mejores, reales, auténticas. Porque ya no hay lugar para frases optimistas, de nada sirven los mensajes de autoayuda, todas esas mentiras. Pisa tierra, intenta ver lo que anda mal para poder corregirlo. Aunque claro, como todos, puedes equivocarte. Es bueno respirar hondo, saber que se puede mirar hacia adelante, no tener rencor. Es bueno hacer las cosas porque te gustan hacerlas, reírte de lo que te jode, dejar de lado tus frustraciones y complejos. Reírte de ellos también. Y constatar que has vuelto a ser lo que eras, mirar a tu alrededor y sentirte tranquilo. A estar con las personas con las que siempre debiste estar. Y aunque todo el tiempo no estés seguro de tomar las decisiones correctas, sabes que tendrás su apoyo, ahí, cuando más haga falta. Tiempos extraños, definitivamente mejores, como la canción de Black Keys que acompaña este post.
No entiendo de mucho de música clásica, sí puedo decir que se lo básico me debo estar refiriendo a lo más básico, pero de vez en cuando escucho un pieza musical que me gusta, por más que no pueda reconocer la época, quién la interpreta y en algunos casos muchos de los instrumentos, pero me agrada. Y me agrada tanto, e incluso más, que muchas canciones de las que si puedo decir entiendo un poco más. Es un gusto extraño, y me explico: es un gusto que pareciera aflorar de un lugar recóndito, como ese agrado que uno siente frente al mar o a al grass recién cortado o ante una montaña, un gusto que parece siempre hubiera estado allí.
La mayoría de veces mi acercamiento a la música clásica es a partir de películas, incluso creo que en la actualidad los grandes compositores se han reciclado y se dedican a componer música magistral para películas en una evolución de la música clásica contemporánea, y así tenemos a John Williams, Howard Shore o Hans Zimmer entre otros que ahora no recuerdo.
El martes fui a ver Rango, la película me encantó, pero una de las partes magistrales y que me hicieron pensar en este post, es el tributo que en la película le rinden a unas de las mejores películas de guerra que he visto, Apocalipsis ahora de Coppola, y a uno de sus más extraordinarias escenas, en la que un joven Robert Duvall dirige su banda de helicópteros a atacar a vietnamitas mientras por los altoparlantes, para amedrentarlos, los deja escuchar la fantástica Cabalgata de las valquirias de Richard Wagner, como una señal del inicio de la destrucción y la locura.
Es inevitable asociar canciones a determinadas situaciones. Como es inevitable que al escucharlas, nos lleven a algún momento pasado de nuestra vida. Si esto no fuera así no existirían tantas radios del recuerdo. Tanta gente ávida por volver a escuchar canciones de muchos años atrás, canciones de juventud, canciones que los llevan a recordar momentos mejores. Las canciones que traen otro tipo de recuerdos son cambiadas casi al momento. Para algunas personas pueden llegar a ser insoportables. Parte de este grupo de canciones, de esas que asociamos a buenos momentos, son las que forman parte de una película o de una serie de televisión. Es imposible separarlas, cuando alguien coloca una canción como banda sonora o como parte de los créditos, está creando una asociación casi eterna, algo que quedará grabado para siempre en nuestras mentes. Entonces, ocurre que apenas escuchamos una canción las imágenes regresan a nuestro cerebro y viceversa. Si lo que vemos es bueno, la canción se convertirá casi de inmediato en una de nuestras favoritas. Estos últimos meses me he enganchado con la serie CSI. A veces tengo que sacrificar importantes horas de sueño para verla debido a que la dan en un canal local después de la medianoche. Pero al terminar cada episodio, quedo completamente convencido de que valió la pena el esfuerzo. Su secuencia de créditos inicial, rápida, violenta y cautivante, va de la mano de esta genial canción de la banda liderada por Pete Townshend, The Who. Una canción precisa para esta buena serie: Who are you.
Hoy es el día de la mujer, y como escuché decir a un locutor de radio, nos acercaremos más a la igualdad cuando no tengamos que afirmar las desigualdades a través de ciertos días o instituciones, como el Ministerio de la Mujer o establecer una cantidad mínima de cupos para congresistas mujeres, entre otras acciones de esta naturaleza. Pero lamentablemente para eso todavía falta mucho, tal vez demasiado. Lo cual confirme viendo un vídeo de We are equals protagonizado por Daniel Craig en su emblemático, y machistoide en muchas versiones, papel del agente 007, para luego vestirse de mujer y colocarse en el lugar de una, mientras Judi Dench nos dice que a pesar de que las mujeres realizan las dos terceras partes del trabajo en el mundo solo reciben diez por ciento del capital y poseen el uno por ciento de las propiedades.
No obstante eso, se ha avanzado mucho y hay muchas mujeres que con su coraje, fuerza interior y talento han logrado salir adelante, como Tina, que dejo atrás los abusos de su esposo Ike, salió de ese infierno de vejaciones para rehacerse como mujer y artista, ganar todos los premios que quiso y demostrarle al todos que es posible superar las trabas de un mundo lleno todavía de prejuicios.
Hace poco vi 500 días de verano, una película que como se precisa en la introducción, no cuenta una historia de amor, o por lo menos no esa clásica historia de amor en la que un chico conoce a una chica, el chico se enamora de la chica, con suerte o mucha perseverancia la chica también se enamora del chico; y luego de algunos problemas él y ella son felices y comen perdices, y dulces, y dios sabe qué cosa más edulcorada que puedan encontrar. La historia que nos cuentan es diferente, muy parecida a las de la vida real, algunas veces.
En la película Tom Hansen, un excepcional Joseph Gordon-Levitt,se enamora de Summer, aún mejor Zooey Deschanel, y luego de muchas vueltaspues no terminan juntos, ella lo deja y luego de un tiempo conoce a otro tipo con el cual se casa; es como se darán cuentan la historia de un amor no correspondido. Sin embargo, podría verse desde otra perspectiva, como la historia de un amor en tránsito.
Porque a veces el amor se muestra luego de esos momentos difíciles y después de demasiadas cosas, muchas más de las que nos hubieran gustado vivir, y se revela cuando encuentras a esa persona, que a veces has tenido al lado mucho tiempo, y que no solo te gusta sino que además no cambiarias por nada y que no necesitas cambiar ni un ápice, que hace tus sueños realidad, y como diría Morrisey en la canción que le da título a este post, que si esta a tu lado puede hacer incluso de la muerte una experiencia celestial.
Uno de los grandes problemas que están generando las redes sociales es la creación de individuos a los que cada vez les es más difícil separar el ámbito público del privado. La continua exposición de sus vidas sin las debidas restricciones del caso, no sólo puede ocasionar consecuencias lamentables para la persona, en el caso que se cruce por su camino un individuo malintencionado e inescrupuloso, también puede generarle muchas antipatías en otros individuos que prefieren mantener mucha reserva en cuanto a su vida privada y consideran que hay demasiada información innecesaria dando vueltas por ahí. Entonces esta tendencia trasciende al ciberespacio y llega al mundo real haciéndome casi vomitar de las entrañas esta simple pregunta: ¿Soy el único acaso que ha notado que cada vez menos personas usan audífonos para escuchar música cuando van por la calle? No se trata de ir hablando mal de los gustos de cada uno. Eso es lo de menos, si te gusta tal o cual tipo de música, bien por ti, lo realmente importante es que no a todos nos gusta lo mismo, no todos queremos escucharla cuando vamos en el bus o cuando caminamos de un lado a otro. Entonces no nos pueden obligar. A eso se le llama, aunque suene un poco duro, atentar contra nuestra libertad. Pero ¿qué pasó? ¿En qué momento se jodieron los audífonos? ¿Cuándo dejaron de ser los accesorios preferidos por los adolescentes? ¿O es que acaso se trata de una campaña masiva en la que se pretende homogeneizar las preferencias musicales? Son preguntas que tal vez quedarán para siempre sin respuesta. Mientras tanto, seguiré topándome con ellos. Es inevitable. Y si nadie me escucha, haré justicia con mis propias manos. Porque a veces dan ganas de portarse mal, muy mal, como dicen los puertorriqueños de Calle 13 en esta buena canción de su último disco "Entren los que quieran".
Nunca fui bueno para la poesía, para leerla tal vez, pero no para escribirla. Lo mío no son las imágenes, las metáforas. Me dedico a decir lo que pienso, lo que veo. A intentar escribir. Si quiero hablar de ti, de tu cuerpo, no puedo hacer versos, no es lo mío, no me sale natural. Porque con respecto a ti, lo mejor que puedo hacer es sentir, sentirte. Saber que aunque ahora no estás a mi lado eres tan mía como jamás nadie lo ha sido. Como yo soy de ti, al mismo tiempo. Si quiero hablar de amor, las palabras me quedan cortas, son insuficientes. Ningún te amo puede expresar lo que siento, por eso te los digo muchas veces, en un vano intento porque la repetición consiga el objetivo. Un vano intento. Lo malo de las palabras es eso, que a veces no alcanzan, no son suficientes. Pero estás ahí, no tanto como sueño, pero estás. Ahí están nuestros cuerpos, encajando tan bien cuando dormimos juntos. Ahí estás, acompañándome como nadie nunca lo hizo, convenciéndome de que nunca te irás, dejándome sin palabras. Estás ahí, transformándome en alguien mejor, haciendo que te desee infinitamente, dándome paz, haciéndome reír, caminando cuadras de cuadras sin parar de conversar, de reír. Alguna vez te dediqué esta canción. Ahora, que escribo en este blog, lo vuelvo hacer. Como una forma de agradecerte una vez más, por haberme llenado de esperanza, por un amor tan diferente. Devendra Banhart brinda también. La canción y el video de Lisa Eisner, en el que se puede ver al músico con la modelo Rebecca Schwartz, su actual pareja, son imperdibles. Como para entibiar más una tarde de verano.
The Cure es uno de los primeros grupos que realmente me interesó, mas allá de lo extraño del enmarañado pelo de Robert Smith, su voz andrógina y la fuerza del sonido en cada uno de sus canciones despertaron algo más que una simple curiosidad, incluso puedo afirmar que gracias a The Cure me interesó todo lo demás, después vendría The Smiths (que particularmente considero el mejor grupo de los ochentas, pero esa es otra historia), tardíamente Bowie y luego el resto. Pero The Cure fue el comienzo y creo que por eso le tengo ese cariño especial que produce una emoción primigenia. El primer casete que escuche en mi Walkman, porque en este tiempo todavía no se había masificado los CD y no se si a alguien se le habia ocurrido inventar un reproductor de mp3, fue el Staring at the Beach que es un disco de los singles de la banda que si mal no recuerdo es del año 86.
De ese disco una de las canciones que mas gusta es Close to me, el video es muy bueno y logra trasmitir esa sensación de asfixia que a veces produce la cercanía de alguien.
¿Por qué quieres aparentar ser lo que nunca serás? Por qué no empiezas por auto examinarte, por darte cuenta que de tanto fingir, de tanto querer caer bien, de tanto querer ser parte de algo, al final te empiezas a parecer a una mazamorra, a algo amorfo que no encaja en ningún sitio, que no tiene lugar de pertenencia. Y te debes de dar cuenta de ello, debes notar que algo anda mal cuando tu magnética personalidad se ve eclipsada con tanta facilidad, cuando es tan fácil hacerte sombra y que quedes ahí, en un segundo plano. Y te aíslas, te reduces, buscas refugio en personas que son totalmente diferentes a ti, quieres que te acojan a la fuerza, quieres su protección y no te das cuenta de lo forzada de tu actitud, del ridículo que haces, de la pena que das. Entonces tu vida empieza a reflejar tu frustración, te creas mundos virtuales en los que eres cool y genial, mundos tan falsos como tus actitudes y tus poses. En esos mundos te enamoras, en esos mundos eres mejor, tus gustos son también los mejores. Lamentablemente sólo es en esos mundos, y eso. Entonces ocurre que de vez en cuando se te escapa, de vez en cuando caen gotitas de la bilis que generas cada vez que observas a gente algo más auténtica, gente que la pasa mejor sin tanto esfuerzo, gente a la que le sale más natural. Y empiezas a dejar de vivir tu vida. Y no puedes dejar de mirarlos, desde lejos, como el niño que no puede salir a jugar al parque y mira como otros se divierten desde su ventana. Y me haces escribir este post. Que te quede de consuelo, alguna vez, al menos, serviste de inspiración. Bad Cover Version, Pulp recalcando que, como todos sabemos, no hay nada mejor que lo original.
De Michael pueden decirse demasiadas cosas. Podríamos escribir de su niñez a lado de sus hermanos en ese mitológico grupo llamado Jackson Five, podríamos escribir un libro entero de los videos que dirigió, sobre los pasos de baile que inventó, sobre la influencia en otros grupos o artistas, sobre su madurez, su decadencia (como algunos lo ven), su relación con el mundo, sus deslumbrantes conciertos que marcaron un antes y un después. Incluso podríamos hacer tratados de cada uno de sus discos y lo que significaron para la historia del pop. Podríamos y tal vez algún día lo haga porque ganas nunca faltan. Pero ahora solo quiero escribir de una canción, una a las que mas regreso.
You rock my world, muestra a un artista completo, la voz, el ritmo, el baile y ese pequeño corto en el video que es una obra maestra.
